Propósitos pequeños
Escribir 300 palabras al día como propósito para todo un año parece poco agresivo, poco ambicioso. Pero hoy no estoy enfocado en las visiones grandiosas si no en lo que se puede hacer cada día como hormiguita siguiendo su destino. Unos pasitos a la vez, llevando un granito de arena por viaje, pero que acumulados, día tras día, crean pequeñas montañas con el tiempo.
Eso es lo que me interesa hoy. Acumular granitos de arena, cada día, sobre algo que me interesa, escribir diario, crear el hábito.
No es tan importante la calidad si no la actividad. La calidad vendrá, si es que llega, con la práctica diaria. Será como entrar a una mina a buscar oro entre las piedras. Oro que se encuentra en las profundidades que hay que escarbar. No hay otra. En la superficie las ideas se quedan sin tomar mucha forma, son sólo palabras que no inspiran, no motivan.
300 palabras al día son pocas si dejo de escribir en unas semanas pero si continúo por meses hasta llegar a 12 entonces habré escrito más de 90,000 palabras, lo equivalente a un libro y escribir uno en un año, no está mal, no es un propósito tan pequeño.
Lo que encierra este propósito pequeño, es una decisión pequeña que puede dar frutos grandes con el tiempo.
La acumulación de acciones diarias, realizadas con constancia, sin fallar, aunque medidas en el corto plazo sean sólo eso, cosas insignificantes, toman forma de cosas importante cuando las vemos con la perspectiva de al menos un año. Por ello creo que mi propósito de escribir al menos 300 palabras al día es poderoso. Tiene el poder de programar mi cerebro para que no sólo este involucrado en el momento de escribir, si no que hasta cuando esté relajado o dormido, vaya creando el contexto mental y los temas de estas palabras que escribo.
Códice Moncam