Tengo la idea de que cada cerebro humano tiene un modo de operación diferente, cada uno tiene su cadencia, sus altas y bajas, su frecuencia de operación óptima, su ritmo, su sintonía con el mundo.
Al principio el instrumento es el mismo para todos pero las melodías son únicas a cada individuo que al interpretarlas lo van modificando.
Hay cerebros sintonizados para crear música, otros para escribir, otros para las matemáticas, otros para la historia, otros para la creación de empresas, otros para explicar conceptos complejos de forma entendible. Cada cerebro reproduce en sus conexiones la materia con la que se sintoniza.
El cerebro crea el modelo del mundo que está acostumbrado a ver y a partir de ahí lo refuerza una y otra vez hasta que encuentra un rincón desconocido y busca primero explicarlo con los conceptos que ya conoce, pero si ese rincón contiene elementos no antes visto entonces puede ignorarlo y no volver a él o explorarlo para aprender algo nuevo. Tomar un camino o el otro depende de la frecuencia operativa del cerebro en particular.
Cada cerebro es un mundo, se escucha muchas veces durante la vida cuando alguien pretende explicar que cada uno de nosotros crea un modelo particular de la realidad. Es cierto pues no hay perspectivas del mundo que sean iguales entre sí, por un lado y por otro tampoco existen dos cerebros funcionando al mismo nivel de operación, sintonizado a la misma frecuencia en el mismo instante de tiempo. Esto nos hace únicos a cada uno de nosotros. La estructura cerebral de cada persona es esculpida punto por punto, conexión a conexión, durante cada uno de los microsegundos que vivimos. Tenemos muy poco control consciente sobre este proceso, yo diría que para la mayoría es casi nulo y sólo ejercemos influencia cuando decidimos aprender y practicar algo en particular y le dedicamos mucho tiempo a hacerlo parte de nosotros. La violinista que practica diez horas al día desde su infancia y que aún a los setenta años lo sigue haciendo, tal vez comenzó con un cerebro sintonizado a la música. Quizá miles de millones de conexiones de su cerebro venían de fábrica listas para la música o el arte, o las matemáticas, o la fuerza de voluntad para perseverar en alguna actividad. Mi teoría es que un día sin ella saber, su cerebro se sintonizó con las vibraciones emitidas por un violín y desde entonces no se desconectaron.
Códice Moncam