Detente por un minuto, que no te importe lo que está pasando en el mundo. Este minuto es tuyo. Este minuto es para inmortalizar tu sonrisa. Cierra los ojos, respira profundamente dos o tres veces y esboza una sonrisa.
Dibuja en tu rostro un símbolo de la felicidad que no tiene más justificación que el haber decidido sentirte feliz por un instante y sin importar ninguna circunstancia que estés viviendo.
Es una sonrisa misteriosa porque proviene de un lugar que no tiene origen cierto.
El minuto es tuyo para crear no solo la manifestación física si no también la imagen mental de tu rostro esbozando una sonrisa de felicidad que te llevarás contigo el resto del día. Es una sonrisa que puedes fabricar cuando quieras.
Imita el esbozo de la sonrisa del cuadro más famoso del mundo para usarlo como materia prima para inventar la felicidad en un minuto que has logrado hacer especial, como una obra de arte pequeña que trasciende las circunstancias de tu vida.
Al esbozar una sonrisa, tu mente sigue el gesto de tu cara, primero extrañada y después convencida que la felicidad está siempre al alcance y que se conecta con un estado de ánimo poderoso, un estado de ánimo que te da el impulso para que los minutos y horas siguientes cuenten en tu vida.
Somos seres pasajeros pero en el tiempo que tenemos podemos inmortalizarnos si sabemos ser felices con lo que tenemos, con lo que somos y queremos ser, sobre todo si además sabemos compartir la felicidad. Así podemos dejar muchas pequeñas obras de arte flotando en el Universo que se reproducen una y otra vez con la sonrisa que inspiramos en los demás.
Con cada minuto que sonreímos sin mayor justificación, contribuimos con un grano de arena más para la playa en donde se construyen los castillos de los sueños de la humanidad.
Códice Moncam